La procesionaria del pino es una oruga que habita en clima mediterráneo. Se puede encontrar en toda Europa meridional y en el norte de África. Aunque es más habitual en zonas cálidas y secas, el cambio climático, con el consiguiente aumento de la temperatura del planeta y la reducción de las lluvias, hace que cada vez esté más presente en zonas tradicionalmente más templadas y húmedas, cómo el norte de España.
¿Cómo es la oruga procesionaria?
Este tipo de oruga pasa por cinco estadios larvarios diferentes. Es en el tercer estadio cuando adquiere su forma y color característico, con una capa de tono pardo oscuro (más oscuro cuanto más frío es el clima) cubierta de “pelos” urticantes de color amarillento o anaranjado, que pueden ser proyectados si la oruga se siente amenazada.
Las orugas pasan los distintos estadios larvarios en unas bolsas blanquecinas que cuelgan de las agujas de los pinos. En su fase final, las orugas abandonan los árboles y bajan al suelo para enterrarse y dar lugar a las mariposas.
Para descender de los árboles, las orugas forman unas características filas por el tronco de los árboles, fenómeno por el cual se las denomina “procesionarias”.
¿Por qué resultan peligrosas?
La procesionaria del pino es peligrosa tanto para la masa forestal como para las personas y animales.
La oruga pasa el día en el interior de las bolsas que cuelgan de las ramas más altas de los pinos. Por la tarde salen para alimentarse de las agujas del pino. Son muy voraces y pueden defoliar gran cantidad de ramas en poco tiempo. Se calcula que en España cada año resultan afectadas unas 500.000 hectáreas de pino.
No sólo están presentes en los bosques. Es habitual encontrarlas en el medio urbano y es ahí principalmente donde radica su peligro para personas y animales.
La procesionaria del pino no pica directamente pero el contacto con sus pelos urticantes es peligroso. Éstos se desprenden con facilidad y pueden afectar tanto a la piel como a las vías respiratorias, produciendo desde reacciones cutáneas hasta problemas oculares y bronquiales o anafilaxia en los casos más severos.
La procesionaria en el perro puede causar graves daños si intentan atraparlas con la boca, llegando a necrosar la mucosa afectada.
En el caso de los niños también hay que extremar las precauciones, ya que su curiosidad puede llevarles a tratar de cogerlas con las manos.
Medidas de prevención y control de plagas
El control de orugas procesionarias en Madrid, Barcelona, Alicante, Murcia e incluso Galicia y Asturias debe realizarse entre mediados de septiembre hasta finales de noviembre, esto es debido a que las orugas según se deben encontrar en estos meses en el estadio larval 3 (L3) que es cuando más se alimentan y más recorren los pinos afectados por lo que tanto los productos que actúan por ingestión como por contacto son plenamente efectivos. En los meses de febrero y marzo cuando se produce la bajada de las orugas en procesión se pueden realizar fumigaciones adulticidas.
Los árboles se deben inspeccionar y tratar con productos fitosanitarios adecuados por parte de empresas especializadas. Es muy peligroso manipular las orugas o las bolsas de los árboles.
La mejor medida de prevención es informar bien a los niños y controlar a nuestros perros cuando paseemos por una zona potencialmente infestada de orugas.
Ante cualquier incidente, hay que acudir rápidamente al médico o al veterinario.
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